27 de septiembre de 2019

Lo que se fue

LO QUE SE FUE
Despertarse o apagarse es un estado interior.
La energía que le invertimos a nuestra vida siempre es la misma.
Eso sí, lo que antes nos condicionaba o nos incendiaba, hoy lo vemos lejano, ajeno, indistinto.
Lo serio, lo correcto, lo justo, lo ideal, lo conveniente, lo bueno, lo esperable, lo aplaudible son categorías cuestionables si se imponen.
Despertarse es preguntar al destino si existe como tal, si es inmutable y si no es una construcción.
Apagarse suena a egoísmo, a resignación, a tibio, a conformista, pero es liberador si rompe una rueda en la que te pusieron a rodar, y rodaste, y rodaste.
Rodar tiende a confundirte vos mismo, tiende a que te confundan, a que una suma de hazañas sean la nada y a que un error sea un salto a un abismo, por ejemplo. O a que no haya otra opción valedera que lo impuesto. O a que una decisión tomada sin pensar en el colectivo o en un deber moral sea un pecado. A qué cualquier decisión personal ya no tenga sentido. Incluso, a que ya no se sepa cuál es la decisión personal, tu decisión personal.
El espectador distraído no puede entenderlo. Si nada cambió. Si sos el mismo, ¿cómo ahora no? Pero ya no sos el mismo. Ya ahora intentás ser vos.
Ahora bien, ¿importa que no pueda entenderlo? Las explicaciones que las den quienes deban. A veces no se debe. Tal vez el deber corrompió todo, corrompió la individualidad, anuló, dio fundamentos para algo ajeno, que en momento se desenmascaró.
Tal vez, simplemente, nunca se debió deber, desde un principio. Y todo hubiese sido distinto. O todo hubiese sido igual, quien sabe. Pero nunca el pasado te resultaría ajeno, como ahora en adelante.

RD.

No hay comentarios:

Publicar un comentario