16 de junio de 2015

Subir la escalera

La meta común es subir la escalera.

Están quienes solamente aceptarán la solución de llegar arriba sin pisar ningún escalón. Y hay otros que irán, sin olvidar la meta de llegar, escalón a escalón.


Los primeros piden paciencia y jamás tolerarán tocar un escalón. Y denunciarán a quienes lo hagan. Los segundos estarán cada día mas cerca, pese a no llegar al final del camino en cada intento que hagan.


Seguramente ambos llegarán a viejos igual de conformes. Unos debajo, realizados por no haber tocado el escalón y haber mirado siempre hacia arriba. Otros un poco más arriba, con algunas pisadas mal hechas, algunas subidas y bajadas.

Estarán quienes sigan el ejemplo de unos y de otros. Yo estoy con los segundos. Los que hacen mientras transcurre la vida y el tiempo -finito-, sabiendo que se equivocarán, pero que subirán escalones.

No sé si se llegará al final de la escalera, pero yo prefiero intentar subirla.

RD.

13 de junio de 2015

Lavarse las manos sin agua

En estos días, y con motivo del Paro Nacional realizado por el sector del transporte y algunos gremios afines, se sostuvieron muchas expresiones peculiares por parte de los distintos arcos. Una de ellas, que hoy quiero destacar, fue la 'acusación' -por así decirlo- por parte del oficialismo de que el paro fue un "paro político". Esto tuvo su contrapunto por parte, entre muchos otros, del dirigente Hugo Moyano, quien negó que tuviese tal condición.
El fin de este post no es desenmarañar si fue un paro opositor, golpista, injustificado, innecesario o con alguna otra connotación. Por el contrario, quiero poner de manifiesto y desnaturalizar la idea de que lo político es solo lo partidario, y en consecuencia, hay personas que estuvieron, están y estarán ajenas a "las cuestiones de los gobiernos".
Permítanme, politólogos, no ser tan técnico en las expresiones. Pero que se entienda. Lo político no es solo lo referente al Estado y al Gobierno. No es únicamente propio ni está monopolizado por "los funcionarios y autoridades", ni muchísimo menos son ellos los únicos responsables por todo lo que pasa o no pasa.
Lo político, debemos comprender y re-naturalizarlo, es "toda actividad tendiente a la búsqueda, al ejercicio, a la modificación, al mantenimiento, a la preservación o a la desaparición del poder público". Con esto, abarcamos a todas o casi todas las cosas que hacemos en la vida pública y privada, como así también las cosas que no hacemos en esos ámbitos.

Aclarado este punto, aunque sin ánimo de apropiarme de la verdad y ofrecer un punto de vista salomónico, hay que reafirmar el paro fue político. Sí, lo fue, pero como también fue política la actitud de muchos otros gremios de no adherirse al mismo, de muchas personas al concurrir a trabajar y de muchas que no. También fue política la deliberada falta de información que varios de los ciudadanos tuvieron respecto de qué servicios (no solo transporte, sino escuelas, organismos de atención al público, etc.) no funcionaban. O fue político que sí se hayan informado.

Es político ir a votar cada vez que la ley nos da el derecho -y obliga-, participar en un partido político, ser autoridad de mesa, involucrarse en las cuestiones del barrio o de alguna asociación o fundación de ayuda social. Sí, pero también es político el hecho de no realizar nada de eso, hacerlo con desgano, e incluso no interesarse ni informarse de lo que está pasando en el país, la provincia y el municipio.

Asimismo es política una sentencia judicial que absuelve a una persona, como otra que la condena. Además lo es que se haya investigado a esa persona -o grupo de personas- y a otras no, o a ambas, o a ninguna.

De noche, es político ver el show de Tinelli, escuchar a un político opinando del tema del día, leer un libro o ver el último capítulo de Game Of Thrones. O hablar con tu hijo o hermano, o juntarte con tus amigos a discutir de fútbol. O simplemente ir a la avenida céntrica de tu ciudad a ver pasar el tiempo.

¿A qué me voy con todo esto? Por más que pataleemos y hagamos berrinche por el hecho de que se nos etiquete y relacione con ese asqueroso mundo "del poder", del cual nos hemos desligado hace unos años al tener que soportar la pesada carga de invertir una hora de nuestra vida en depositar un sobre (lleno de papel o papeles, o no) en una caja de cartón, cada día seguimos construyendo la sociedad en la que vivimos. La ciudadanía no se cede, por más que algunos nos quieran hacer creer que sí.

No. El hecho de hacer o no hacer algo, de tomar decisiones de nuestra vida, hace a la construcción de la cultura y de la comunidad de nuestra ciudad, de nuestra provincia, de nuestro país. Decidimos hacer algo ante ciertas injusticias, como por ejemplo, la exitosa manifestación de hace unos días con la consigna #NiUnaMenos. O decidimos no hacer nada ante otras injusticias, como los niños en situación de calle, el vecino que maltrata a su pareja o a sus hijos, las causas judiciales avanzadas que tienen el vicepresidente de la Nación y contra el Jefe Porteño de la Ciudad de Buenos Aires, entre muchísimas.

Al contrario, no pretendo que todos debamos ser los héroes de la ciudadanía, los salvadores del país, que nos sacrifiquemos por ayudar a todos y nos olvidemos de nosotros. Podemos hacerlo, y será nuestra decisión, obviamente.

El poder está ahí solo porque lo permitimos. Hacer nada no es no relacionarse con el poder, es conservarlo e incluso hasta fortalecerlo. Que todos tengamos presente esto: no podemos lavarnos las manos porque no habrá agua para que nos quite la responsabilidad que, por el hecho de ser, tenemos. Está en nosotros asumir esto. Decidir no decidir es una decisión, y desde mi opinión personal, la más desacertada de todas.

Les dejo unas cuantas frases, algunas sin relación entre sí, como llamadores de atención. Y si no conocen de sus autores, los invito a investigarlos.

RD.



4 de junio de 2015

Europa para los europeos -salvo votos para la FIFA-


Hemos amanecido con esta noticia -que no es noticia ya-, sobre los miles de inmigrantes y, principalmente, refugiados de Medio Oriente y África, que escapan de la violencia y la pobreza extrema en sus países que atraviesan de manera precaria el Mar Mediterráneo y llegan a las costas del sur de Europa. Muchos quedan en el camino, y la mayoría tiene un destino incierto y una inestabilidad segura en los territorios de la sacrosanta Unión Europea.
No es mi idea cuestionar las políticas migratorias de cada Estado o Unión de Estados, que al fin y al cabo son propias de su soberanía -podamos compartirlas o no-. Pero las 'reacciones' que se están dando a nivel europeo son más que aberrantes y repudiables.

Deportarlos, encarcelarlos, omitir socorrerlos sanitariamente, son algunas de las variantes que se barajan. Italia, luego de un extendido tiempo de indiferencia, comenzó a intentar dar una respuesta y salvar las vidas de las personas que llegan a sus tierras.

Pero la verdad es que, a mediano plazo, el esfuerzo de un único país para socorrer a un continente no será suficiente, y poco a poco la situación se agravará aún más. Basta recordar la enérgica exhortación del Papa Francisco a Europa para que salgan de su indiferencia.

 El giro que debe darse es uno en sentido humano, en el sentido más amplio del término. Se debe recordar que todos somos personas. Que el otro es otro igual. Que tiene una dignidad humana igual que la de mi conciudadano de mi país. Que es un ciudadano del mundo. Que, al fin y al cabo, solo me diferencio de él en cuestiones culturales, pero no biológicas.

Que se continúe el trato al extranjero como un distinto, en el Siglo XXI, es insostenible. Y no tiene -aunque afortunadamente también ocurre- que existir una Convención, un Pacto, una Declaración internacional para que nos sintamos con la obligación de tener una mirada más humana, más amplia.

Seamos personas con las personas. Seamos humanos con los humanos. Que ser persona y ser humano dignifique a los habitantes del mundo, sin distinciones circunstanciales.

RD.

Addenda. Va a recordarse como anécdota, pero el ahora futuro ex presidente de la FIFA, el suizo Sepp Blatter, logró imponerse en las elecciones con los votos de aquellos países a quienes la UE no desea en su territorio. Que voten pero que no se queden. Cualquier similitud con los ghettos o villas miseria, donde se margina a cierta población, que pueden ingresar, trabajar, consumir pero no permanecer en el resto de la ciudad.