9 de febrero de 2018

La bola de nieve

Todas las vidas son distintas, pero algunas son más parecidas a otras.
Un tipo de vida se podría asemejar a un cerro cubierto de nieve, en la que cada persona va bajando y dejándose llevar por el impulso y las vicisitudes de la geografía.

Ante ésto, se nos presentan varias alternativas para tomarnos la bajada.
Unos querrán quedarse escondidos en el camino, en alguna cueva, y desde allí mantenerse ajenos a los vaivenes de las tormentas y de una bajada riesgosa. O eso creerán, porque nunca se puede escapar de la tormenta.


Otros grupo se dejará llevar por la inclinación de la montaña e intentarán bajar lo más rápido posible, lo más eficiente posible. Este grupo, desde afuera, será aplaudido y elogiado. Pero, pese a ello, caerán en algunas trampas: la principal será que vivirán la vida que la montaña les propone, pero no vivirán su vida. No sé sé cuestionarán, no tendrán creatividad, caerán en el facilisimo de tener el éxito seguro, pero muchos no serán felices.

Finalmente, un tercer sector tendrá una actitud llamativa. Bajarán el cerro, sí, pero a su tiempo, a su manera, observando el camino, dialogando con otros. Posiblemente serán atrapados por muchas tormentas, más incluso que los dos primeros grupos. Posiblemente se pierdan y tengan que rodear el terreno, retroceder, lastimarse para avanzar. Pero algo tendrán que los demás no: habrán vivido su vida, y no la que otros le sentenciaron.

RD.

No hay comentarios:

Publicar un comentario